La ciudad de Praga es famosa mundialmente por
muchos de sus grandes atractivos, El Castillo de Praga, la Catedral de San
Vito, el Puente de Carlos, la Torre de Pólvora, el reloj astronómico, el cementerio
judío, La Nationale Netherlanden, más conocida como La Dancing House (casa
danzante).
Vista del Castillo de Praga, el Moldava y el Puente de Carlos
A comienzos de los noventa y con el desmoronamiento de la Unión
Soviética, Praga abandona el comunismo y en 1993 se resuelve la división de
Checoslovaquia en dos países, la República Checa y Eslovaquia. Praga pasa de
esta manera a ser la capital de la República Checa y con la consiguiente
apertura a occidente apuesta (y lo consigue) por entrar en la lista
privilegiada de las ciudades más visitadas del mundo.
El antiguo solar desocupado se encontraba de repente en un sitio
muy concurrido por viajeros, turistas y locales, a orillas del Río Moldava y a
poco menos de un kilómetro del puente de Carlos, el más visitado de Praga.
La iniciativa la lleva a cabo Vaclav Havel, ex-presidente
checo que vivió por muchos años en el edificio al lado, que contrata al
arquitecto croata Vlado Milunic y al mismo tiempo le pide que invite a un
arquitecto de renombre mundial. Se le concede originalmente la invitación a
Jean Nouvel, pero ante su negativa se invita al arquitecto Frank Gehry que
acepta el reto de crear un icono contemporáneo para Praga. La promotora del
proyecto es el banco holandés ING.
El punto de partida de esta casa es el deconstructivismo,
movimiento liderado por el propio Gehry y principalmente por los arquitectos
Phillip Johnson, Zaha Hadid, Peter Eisenman y Rem Koolhaas. Sus principios se
basan en desechar las reglas de la arquitectura convencional y optar por el
abandono de la línea recta, tanto vertical como horizontal, también por la
fragmentación de los volúmenes, la articulación de cuerpos en rotación, el
gusto por ángulos no convencionales y olvidarse de la frase “la forma sigue a
la función”. Como toda obra fuera de lo común, esta casa y otras edificaciones
del mismo estilo han sufrido numerosas críticas, alegando que se
construyen como meros ejercicios formales.
Estas mismas
razones abrieron un debate público en Praga cuando se finalizó la obra en 1996,
sin embargo 15 años después Ginger & Fred ha sabido madurar y convertirse
no solo en un icono reconocido y querido por sus habitantes sino como un punto
de referencia de visita obligada en la capital checa. Su fama ha sido tal que
incluso el gobierno la incluyó en una serie de 10 monedas conmemorativas
llamada “10 siglos de arquitectura”. Actualmente es un edificio de oficinas y
no está abierto al público, pero hay un restaurante en la séptima planta
donde se puede admirar la vista.
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