martes, 13 de noviembre de 2012

Edificio Castelar (Madrid)


Este edificio en media altura es uno de los más relevantes del Paseo de la Castellana.
Los materiales que destacan son el vidrio de la torre y el mármol travertino blanco del resto del edificio; pero lo que más llama la atención es que el 85% de cada planta de la torre está en voladizo, siendo el apoyo el núcleo central de hormigón.


Emplazada en el extremo de una manzana salpicada con edificios exentos de lo más variopintos, el edificio salva un fuerte desnivel de un lado a otro de la calle con un volumen que hace de zócalo, de tres plantas de altura, y que libera de los condicionantes urbanos al segundo volumen, para dejarlo crecer en vertical y conseguir la envergadura y la presencia que sugiere un entorno como el que nos ocupa. Pero la peculiaridad de este edificio viene dada por la sensación de ingravidez que nos invade al observar el volumen en vertical asomándose a la Castellana por encima del volumen del zócalo y separada por una franja sombría, sin ningún apoyo visible, todo un reto estructural, gracias a la estructura concentrada en un solo núcleo o caja de comunicaciones verticales de hormigón armado, que se ubica en la parte 'trasera', hacia la calle 'Hermanos Becquer', de la que 'cuelga' la estructura metálica por la fachada y que acentúa la imagen de caja abstracta que se quiere transmitir.



También es interesante la modulación del acristalamiento y del travertino para engañar la percepción de las proporciones del conjunto, que parece mucho mayor de los que es en realidad. Edificio resuelto con finura, elegancia, y optimización de esfuerzos.



Sus soluciones técnicas absolutamente innovadoras en su momento, han permitido que el edificio de Rafael de la Hoz conserve hoy día toda su vitalidad. El novedoso uso del vidrio como instrumento de control climático y como verdadero elemento resistente, y un concepto estructural singular, se conjugan para mantener el elevado grado de abstracción del proyecto: un prisma ingrávido y evanescente, que va cambiando a lo largo del día. 


Uno de los rasgos más significativos de la Torre Castelar es el ‘halo’ de vidrio que la envuelve y que potencia la sensación de inmaterialidad que se desea transmitir, a la vez que permite un aprovechamiento máximo de la luz natural.


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